Joyas de cine

San Eduardo siente especial debilidad por el cine de los años 40 y 50, de ahí que algunas de sus piezas recojan la esencia de aquella época. Las joyas que lucían las grandes actrices del momento como Marilyn Monroe, Grace Kelly, Deborah Kerr, Elizabeth Taylor o Sophia Loren son fuente de inspiración de muchas creaciones de la firma. Collares exuberantes, sortijas, pendientes y brazaletes sofisticados lograban el imposible de resaltar aún más la belleza de las divas de la gran pantalla. Aquellos fueron años dorados por el glamour que destilaban las rutilantes estrellas de Hollywood, siempre perfectas y siempre deslumbrantes por sus looks impecables. Su estética fue reproducida fielmente por toda una generación. Millones de mujeres copiaron las perlas que lució la eterna Audrey Hepburn en Desayuno con diamantes o el collar de oro que llevaba Marilyn Monroe en Los caballeros las prefieren rubias.

San Eduardo reverencia a aquellas alhajas que exhibían estrellas irrepetibles del firmamento cinematográfico, que marcaron una de las más maravillosas etapas del séptimo arte, y se empapa de las grandes obras maestras de entonces como Casablanca (1942), una de las mejores películas de la historia del cine, protagonizada por Humphrey Bogart e Ingrid Bergman; Gilda (1946), de Charles Vidor, con Rita Hayworth y Glenn Ford; Vacaciones en Roma de William Wyler (1953); Eva al desnudo, de Joseph L. Mankiewicz (1950); De aquí a la eternidad (1953), de Fred Zinnemann; La gata sobre el tejado de zinc (1958) o Con faldas y a lo loco, con Tony Curtis, Jack Lemon y Marilyn Monroe. Aquellas producciones aunaban belleza estética, con interpretaciones y direcciones geniales, a lo que había que sumar bandas sonoras maravillosas. Ese cine fue todo un referente para el público que se acercaba a vivir de cerca historias de amor y desamor, de sueños rotos, de esperanzas, de triunfos y fracasos; guiones que lograban hacer reír y llorar a los espectadores. Y, sobre todo, suspirar por ellas o por ellos.

San Eduardo bebe de esos hitos del celuloide para ofrecer joyas fabulosas, sempiternas, inmortales, con cierto aire de melancolía. Consigue traer a la actualidad, un sinfín de recuerdos en blanco y negro que colorea con el dorado del oro y los rojos, azules, verdes y violetas de rubíes, zafiros, esmeraldas y amatistas. Se suma así a la moda vintage, apostando por creaciones de otras épocas.

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