Pasó el día 6 de enero y por fin se desvelaron de golpe todas las sorpresas que traían los Reyes Magos. Desenvolvimos con frenesí cada uno de los paquetes en los que ponía nuestro nombre y se inundaron nuestros rostros con la sonrisa más agradecida del año.
En un instante apreciamos todos los detalles que recibimos por su enorme valor sentimental y agradecimos el tiempo que llevó hacer cada elección -por pequeña que fuera-, además del interés y la ilusión infinita con que se escogió todo. Porque cada regalo fue fruto de un discurrir pausado, de una lluvia de ideas, de una búsqueda y un caminar diligente hasta dar con el objeto querido.
Ahora es turno de disfrutar de cada obsequio que tuvimos. Es tiempo de estrenar, estrenar y estrenar. San Eduardo Joyeros formuló su deseo la noche de Reyes: que las piezas que fueron adquiriendo sus clientes se convirtieran en regalos especiales y que, pasado el tiempo, al mirarlas de nuevo volviera el grato recuerdo del día que aparecieron en sus vidas. Esperamos que cada diseño fuera el concurrir de los sueños y de las ilusiones de quienes lo recibieron y que contribuyera a colmar la felicidad de ese momento.
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