El rojo es el color internacional del amor y de la pasión. Es el color de los bouquets de rosas carmesí que nos sorprenden cada 14 de febrero, el elegido para pintar los corazones que inundan el día de todos los enamorados y el de los lazos de raso que encierran los mejores obsequios.
Es participante necesario en el juego de la seducción porque forma parte de la historia de los galanes más cautivadores. Es el producto de la multiplicación del atrevimiento por la insinuación. De naturaleza incandescente, se presenta como expresión de entusiasmo y energía porque en él se aloja la mismísima esencia del optimismo. Osados, cálidos, vitales, impulsivos, los rojos nos desbordan, conquistan nuestros sentidos. Son felicidad y prosperidad, según sapiencias orientales.
San Eduardo apuesta por un San Valentín en rojo. El rojo de rubíes, turmalinas, corales y zafiros. Rojo tornasolado, con brillos tintos o burdeos. Rojo bermellón, candy o inglés. Rojo ciruela, con notas moradas y matices azules. Todos ellos, descarados e intrépidos. Vitales. Todos símbolos del amor y dignos de alfombra roja.
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